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31.3.12

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Carta del diseñador al cliente

Artículo de Rafael Juárez publicado en FOROALFA.

Lo que todo diseñador quisiera decirle a sus clientes pero no lo hace por temor a perder la cuenta.


Imagínese que Usted fuera médico, traumatólogo. Luego de pasar diez o más años quemándose las pestañas en la Universidad y en los hospitales, viendo infinidad de piernas y brazos rotos, pacientes morir y salvarse; luego de todos esos años de experiencia, usted monta un consultorio. Usted ha decidido ganarse la vida haciendo lo que mejor hace: curar y ayudar a sus pacientes. Llega a su consulta un paciente con una fractura abierta de antebrazo. Usted ya sabe qué hacer, lo ha visto mil veces. Usted estudió para esto; Usted sabe cómo se maneja un caso así, pero su paciente le dice:
"No... yo no quiero tomar penicilina; un amigo mío toma Flores de Bach... sí, las vamos a rociar tres veces al día durante la luna llena sobre la fractura. También quiero que me haga un récipe para Lexotanil porque durante la luna llena yo me pongo  muy inquieto y ansioso. El yeso lo quiero de este material floreado que compré en una  tienda de manualidades... y no, no necesito esa cirugía para poner el hueso en su lugar, esa de la que usted me habla... no... no eso no. Puede ponerme el yeso sin esa cirugía, ¿verdad?".
Aunque esto le parezca absurdo, algo muy parecido vivimos muchos diseñadores día a día. Nuestros clientes llegan con una gran cantidad de requerimientos y exigencias, muchos de ellos lógicos y sensatos, otros ingenuos, otros...  absurdos.
Y es que el diseño y todo trabajo creativo es como la psicología o la educación. Todos sabemos de eso ¿verdad? Este es un drama que vivimos todos los que trabajamos en medios de comunicación. Y si bien es cierto que el cliente está pagando por un servicio, es mucho más cierto que:
  1. Es práctica de novatos el contratar expertos para que les asesoren y luego ignorar sus consejos.
  2. Si Usted no tiene experiencia comprobada en disciplinas como mercadeo, diseño gráfico, códigos y tendencias de comunicación social, manejo de público, diseño de interfaces, etc., es muy poco probable que Usted sepa más de esos aspectos que el experto al que usted contrató (si logró contratar a un buen experto, claro está).
  3. Es lógico pensar que su proyecto debe ser algo que Usted ame, algo que le guste, pero también es importante tener en cuenta algo que es la piedra fundamental del trabajo para los medios de comunicación (Internet incluido): no le tiene que gustar a Usted. Le tiene que gustar al público al que se dirige; tiene que funcionar para el público al que Usted intenta llegar.
  4. Recuerde que Usted no está adquiriendo un ítem de uso personal como un cuadro, un pantalón o un mueble que va a poner en su casa y que solo va a disfrutar Usted en la comodidad de la intimidad; sino que está tratando de desarrollar un proyecto que va a ser visto/usado por un grupo (muy grande quizás) de personas que son diferentes de Usted y que en realidad Usted no conoce. Su diseñador sí. Él lleva cinco, diez o quince años trabajando en forma exitosa en este ámbito, ha trabajado ya con varios clientes parecidos a Usted, ha resuelto muchos retos, ha cometido muchos mas errores y ha (en el mejor de los casos) aprendido de ellos. 
Cuando su diseñador experto le insista en cosas como:
  • "Ese logo es necesario replantearlo".
  • "Esos cambios que Usted me está mandando a hacer atentan contra la integridad del diseño".
  • "El diseño no tiene que verse bien en su pantalla sino en todas".
  • "Esos colores no son adecuados".
  • "Esas fotos no sirven".
  • "Necesito una mejor explicación de lo que quiere, porque no le entiendo".
¡Haga caso! Le recomendamos aplicar la regla de "el cliente siempre tiene la razón" con mesura y delicadeza a la hora de enfrentarse a su diseñador o desarrollador. Su diseñador no quiere complacerlo a Usted; él quiere que el trabajo que está realizando funcione y le sea rentable a Usted.

En muchísimos casos, clientes nos han pedido realizar tareas que nos han parecido absurdas, dañinas, deteriorantes, innecesarias y en muchos casos, de muy mal gusto. El argumento siempre ha sido el mismo: "yo soy el cliente y el cliente siempre tiene la razón"; en ese caso, se llega a una situación bastante difícil para todos.
El diseñador debe adoptar una posición de "Ok señor, usted es el cliente, dígame qué desea" y comenzar a a cumplir a cabalidad lo que el cliente está pidiendo. Es decir: Usted ha neutralizado todos los años de experiencia de su diseñador. Usted ha convertido a su asesor, a la persona que sabe de diseño, en un lacayo que sólo obedecerá órdenes.
Ahora usted queda solo, las decisiones sobre los futuros retos que su proyecto ha de enfrentar deberá tomarlas por su cuenta, es decir: sobre Usted recaerán todas las consecuencias de las decisiones que haya tomado, ignorando las advertencias de su diseñador. Esto probablemente le costará más dinero y tiempo, y al final tal vez resulte en fracaso.

15.3.12

El cliente no es tu enemigo, tú lo eres

Artículo de Juan Carlos Hernandez visto en FOROALFA.

Algunos diseñadores y creativos sienten que el cliente es el principal obstáculo para desarrollarse como profesionales. Otros opinamos que el único obstáculo es pensar así.
Algunos profesionales creativos sienten que están condenados a trabajar con el enemigo. Soportan las peripecias de luchar contra el cliente solo por el cariño que le tienen a su profesión. Mi consejo: no es cariño, cámbiate de profesión. El convertir al cliente en el antagonista de tu desarrollo (o en la piedra de tu zapato) es uno de los síntomas más recurrentes de inseguridad e inmadurez en un profesional creativo. Sí, es cierto que trabajamos con clientes más difíciles que otros, pero son parte de la vida profesional. Supéralo. Además, gracias a los clientes más complicados, valoramos a los más sencillos, como en cualquier otra profesión.
Aquí va una lista de las quejas sobre el cliente que encuentro con mayor frecuencia:
  1. No valora mi profesión. Si el cliente te convoca es porque necesita de tu profesión. Quizá lo que no has logrado es que te valore personalmente. En el tiempo que tengas con él deberás lograrlo. Las medallas que tengas en tu oficina, tu portafolio o tu título profesional sirven para poco si no puedes proyectar el valor que tienes de manera individual. ¿Conoces malos doctores? Bueno, también hay malos profesionales creativos y el cliente lo sabe.
  2. No sabe lo que es el buen diseño. No tiene que saberlo, para eso estás tú. Es como un doctor quejándose de un paciente que no sabe de medicina. Tu profesión no solo se trata de lograr un buen proyecto, sino de fundamentarlo y venderlo bien. Si no sabes hacerlo, toma cursos de ventas, intercambia tips con los que lo hacen mejor que tú, etc. No basta con que diseñes bien, debes saber demostrar el valor de tu diseño.
  3. No sé cómo le va bien con un mal diseño. Esto debe preocuparte más a ti que a él. Si tiene una empresa exitosa con mal diseño, él está haciendo bien su trabajo sin tu ayuda. Hazle ver cómo le podría ir mucho mejor.
  4. No sabe lo que quiere. Lo sabe y casi siempre es lo mismo: el cliente quiere vender más. Quizá llegue con algunas ideas propias que tendrás que valorar junto con él, pero el objetivo es el mismo. Probablemente, como me ha sucedido en mi experiencia, el cliente venga con la idea de una campaña publicitaria y después de analizarlo juntos nos te das cuenta que lo que necesita es un rebranding completo en sus puntos de venta. Se cumple el objetivo, de cualquier forma. El «no sabe lo que quiere» debe ser visto como una oportunidad, no como un problema.
  5. No me paga lo que valgo. Esto es más complejo. Depende de tu trayectoria profesional, de los alcances que puedas lograr en el proyecto, del valor que te logres dar y de su presupuesto. Si haces un buen trabajo, ya sea con este cliente o con el que venga después, el dinero llegará solo.
En conclusión, ser un profesional creativo es un trabajo fantástico. Te da la oportunidad de inventar cosas nuevas todo el tiempo, de re-imaginar negocios que afectan la vida de muchas personas y de paso, te promocionan a ti también. Sin embargo, tienes que entender a tu contraparte. De lo contrario, formarás parte de los diseñadores «malditos» e incomprendidos que difícilmente realizan buenos proyectos, y siempre es por culpa de las circunstancias externas. 
¿Hay algunos clientes mal intencionados? Por supuesto que sí, pero es parte del trabajo cambiar esa actitud o tomar otro proyecto. Generalizar diciendo que deliberadamente, conscientemente o inconscientemente, «la mayoría de los clientes nos quieren perjudicar o que nos mienten», no es nada profesional.
Si crees que no puedes cambiar las circunstancias, el problema está en ti. El cliente no es tu enemigo, tú lo eres.


13.3.12

Disney Copy/Paste

Uno como diseñador gráfico, reconoce que en alguna (o más de una) ocasión ha reciclado diseños que no fueron aprobados por un cliente para presentárselos a otro cambiando algunos elementos como logo, colores, etc.
Es normal que este tipo de cosas sea frecuente para aprovechar un diseño que se consideras de calidad y que gustaría que viera la luz, y sobre todo para ganar tiempo y mejorar rentabilidad.
¿Por qué no iban a hacer lo mismo dibujantes de comics o de películas de animación?

Disney también copia y pega:En todas sus películas, sus personajes son muy parecidos, son prototipos: el malo malísimo, el/la protagonista, el/la que se enamora del protagonista, el gracioso amigo del protagonista… Esto favorece a que personajes de distintas películas tengan gestos y movimientos similares..


La técnica, conocida como “video-referenciar”, ahorra dinero al estudio, copiando directamente la animación de una cinta ya existente y saltándose el engorroso paso de animar paso paso tomando como modelo humanos reales. Las mismas animaciones creadas por ejemplo para "Blancanieves y los siete enanitos" (1937) se reciclan en "Robin Hood" (1973) ; los que sirvieron para "Merlín el encantador" (1963) se repiten en "El Libro de la Selva" (1967) y determinados movimientos especiales, como caídas o saltos, aparecen una y otra vez de la misma manera en muchas producciones del gigante de los dibujos animados...

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Pero cuando la copia no es a uno mismo..
Si bien autoreciclarse no es demasiado elegante pero sí lícito, reciclarse a los demás es algo bastante feo y mal visto. Es de sobras conocido que Disney ha realizado históricamente excelentes películas de animación, aunque la originalidad nunca fue su punto fuerte, siempre se trataba de adaptaciones de cuentos populares u obras clásicas.

En 1994, El rey León y Disney, desde su arcón congelador, dio un puñetazo en la mesa reivindicando el talento creador de la factoría con el que sería su primer largometraje basado en una historia propia. La película se celebró a bombo y platillo como una de sus mejores producciones, con el añadido de ser 100% Disney.
Pero no todo el Mundo estaba de acuerdo con esa afirmación. Al otro lado del océano, un señor japonés se lamentaba de lo que consideraba una fusilada en toda regla, no sólo de historia (que tampoco era de ellos, sino una leyenda africana) sino también formal.
Parece ser que los esbirros de Disney encontraron por casualidad una serie de animación de los '60 que consideraron underground y que podrían adaptar a la gran pantalla sin que nadie se enterara. De lo que no ser percataron fue de que estaba plagiando a Osamu Tezuka, considerado por los japoneses (la gente que más y mejor animación produce) como el Dios del Manga. (Astroboy, Chopi y la Princesa, Adolf, Metrópolis, Buda...)

La serie en cuestión llegó a emitirse en España por la cadenas autonómica bajo el título Kimba, el León Blanco. Los parecido, empezando por el nombre Kimba/Simba, son más que evidentes.












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11.3.12

Moebius

“El acto de dibujar es algo mágico. La magia está a nuestro alrededor, y con el tiempo se convierte en una técnica de comunicación. La busco en todo momento, pero es difícil de conseguir”

Jean Giraud "Moebius" (1938 - 2012).






8.3.12

Detener el tiempo en movimiento



El fotógrafo Adam Magyar ha estado trabajando durante mucho tiempo en "Stainless", un muy interesante y llamativo proyecto fotográfico, de una serie de fotografías en movimiento, desde trenes subterráneos.
Emplea una técnica curiosa, son capturas de alta velocidad tomadas desde el propio tren cuando va llegando a la estación. Los pasajeros que esperan parecen congelados, aunque en la parte izquierda tenemos lo que ocurre unos doce segundos antes de lo que ocurre en la parte derecha del encuadre.
El montaje posterior está montado en cámara lenta para poder apreciar con más detalle este curioso efecto logrado. Este vídeo contiene tres llegadas de metro a la popular estación de Alexanderplatz (Berlín), cada una de ellas son unos 12 segundos de tiempo real que aquí vemos dilatados en uno 8 minutos cada uno. Es realmente sorprendente verlo con calma, un trabajo realmente original.

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