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30.9.13

Distancias entre la educación y la vida profesional: La gestión.

Por Jorge Piazza.

“El 95% de los estudiantes de diseño proyecta su futuro laboral como profesional independiente.”
“Asisto como última oportunidad para encontrarle la vuelta al negocio”.

Muchas veces me he enfrentado a frases como esta tanto en las charlas como en las clínicas que vengo dictando desde hace ya unos cuantos años. Años que me permitieron entender que los conflictos de nuestra profesión en lo referido a convertirla en un negocio estable son muchos y de muchos.

De hecho, un porcentaje significativo del mercado está conformado por estudios que…

no saben presupuestar,
no saben delegar,
no planifican estrategias,
no tienen objetivos,
no conceptualizan un servicio,
no conocen el concepto de ganancia,
no reconocen un mercado,
no sistematizan procesos,
no saben vender…

entre muchas otras falencias referidas a su gestión. Lo que asegura un arduo camino de tropiezos que suelen terminar con un desgaste y un desánimo que destruye la pasión con que iniciamos nuestro profesión y muchas veces incluso la truncan.

Nuestras falencias de gestión son tanto innatas como no-adquiridas. Quienes decidimos vivir del diseño solemos tener naturales falencias para conceptualizar negocios. Pareciese que nuestra tendencia hacia la creatividad (palabra peligrosamente engañosa en nuestra profesión) es directamente proporcional a nuestras incapacidad para gestionar nuestro destino comercial.

Y la situación se agrava cuando esa deficiencia innata no encuentra solución al momento de capacitarse.

Muchas lecturas se pueden hacer al respecto, que van desde la dificultad que existe en encontrar docentes que puedan hablarle de gestión a los diseñadores, hasta ignorar la importancia de ese tipo de capacitación, desconociendo una vez más cual es el futuro de ese 95% de estudiantes que en breve deberán salir a hacer negocios con el diseño.

Pero, ¿cuál es la capacitación necesaria para que esta proyección se cumpla?

Un camino para interpretar este conflicto es a través de un análisis de los tiempos.

¿Cómo están conformados los tiempos en un estudio de diseño?

Somos un estudio de diseño que quiere diseñar, por ende necesita de clientes. Una visión simplista nos permite limitar esto al vínculo creado con el cliente a través de nuestro diseño. Nosotros, nuestro diseño y nuestro cliente.


Sin embargo, todo desarrollo de diseño implica un proceso más abarcativo que incluye tiempos diferentes que van desde la gestión, tiempo dedicado al cliente, hasta el seguimiento de producción, aquellos momentos que estamos realizando un pie de máquina en una imprenta o controlando una sesión fotográfica. Este proceso lo llamaremos de aquí en más gestión externa.

Pero estamos hablando de tiempos, y la gestión externa no va a ocupar la totalidad de nuestras horas. No va a pasar mucho que este estudio comprenda que los tiempos personales siguen existiendo. Peleando espacio con los trabajos también deberemos dedicarnos a nosotros (comer, algún llamado de un amigo, un cafecito cada tanto…).

Y el estudio, aunque pequeño aún, es una estructura que también demanda ocupación. Entonces, limpiar, pagar impuestos, hablar con el contador, entre otros, son tiempos obligados, aunque no siempre reconocidos como tales.


Aquello referido al trabajo específicamente, lo que denominamos gestión externa, corresponde al tiempo rentable del estudio y tiene como característica la eterna urgencia. Entonces, denominamos urgente a todo ese tiempo que estamos trabajando en forma efectiva para un cliente concreto. Todo lo concerniente a nuestra persona o al mantenimiento de nuestra estructura es (por momentos) postergable, pero no ineludible. Por eso lo denominaremos obligatorio.



Al decir forma efectiva y cliente concreto, estamos determinando que no entran dentro de esta categoría todos aquellos trabajos realizados a riesgo para potenciales clientes que nunca logran ser efectivos, ni los trabajos realizados para clientes efectivos que por alguna razón no llegan a buen puerto, osea, una factura emitida y cobrada.

Este estudio unipersonal trabaja de lunes a viernes, veinte días hábiles al mes, ocho horas por día, lo que significa ciento sesenta horas al mes. Al menos eso debería considerar, y de excederse, tanto sea en las horas como en los días, debería contemplarlo como tiempo extra y no como norma.

De esas ciento sesenta horas, dos y media, todos los días, están destinadas a cuestiones personales (almorzar, descansar, te, café o mate de por medio, un llamado, algún trámite personal, o las esperadas vacaciones) y podríamos promediar una hora más, si contemplamos todas las tareas que este diseñador tiene que realizar para su estudio (limpieza, pago de impuestos, etc).

Por lo que lo obligatorio asciende a setenta horas mensuales, quedando sólo noventa para lo urgente.


Sin embargo, el calculo de tiempos participantes de nuestra ajetreada vida como diseñadores no termina aquí. Periódicamente surgen situaciones accidentales, los ya mencionados trabajos que quedan inconclusos, sin cobrar o con una paga menor a lo estipulado, a lo que deben sumarse factores externos al desarrollo del trabajo como ser los vaivenes de la economía del país, las posibles crisis o cambios de política del cliente, o incluso una enfermedad nuestra. Todo esto sucede, en muchos casos, sin previo aviso, e impacta en nuestro día a día por lo que lo denominaremos imprevistos. No es sencillo analizar algunas de las variables en juego, ya que los ritmos de los imprevistos son, justamente, imprevistos. Por ello parece conveniente promediarlos en función a la experiencia acumulada al menos a lo largo de un año.

Promediados, los imprevistos pueden estimarse en veinte horas mensuales, una por día. Tengamos presente que una enfermedad que nos aparta del trabajos tres días significa veinticuatro horas de imprevistos en ese mes.

 
El espacio vacío en esta suerte de mandala de diseño corresponde como vimos al inicio a un tiempo ausente en muchos estudios de diseño. Me estoy refiriendo a lo que denominaremos importante.

Y lo importante, aunque constantemente desplazado, es justamente importante, por lo que debería tener un tiempo asignado y respetado.

Importante es aquel tiempo en el que nos deberíamos dedicar a elaborar una estrategia para nuestro estudio que responda a una idea clara de que queremos ser.

Conceptualizar al estudio como una idea, elaborar un plan de negocios, implementar estrategias y medir los avances en forma periódica implica una dedicación que traducida en tiempo debería no ser menor a diez horas al mes.

Por consiguiente, este estudio unipersonal dispone de tan sólo sesenta horas para dedicarse a lo urgente. Y lo urgente es lo que nos da de vivir.
 

¿Cómo están conformados los tiempos en un estudio de diseño?

Cuatro categorías de tiempo, urgente, obligatorio, imprevisto e importante conforman el día a día.

Lo obligatorio requiere de setenta horas al mes donde cincuenta están destinadas a cuestiones personales y las veinte restantes al funcionamiento de la estructura del estudio.


 
Las cincuenta personales quedan ajenas a cualquier necesidad de capacitación.

Los imprevistos ocupan quince horas, pero tampoco requieren de capacitación, aunque se superan gracias a lo importante, que ocupa otras quince horas.




 
Y por último, a lo urgente le corresponden las sesenta horas restantes.

si analizamos sólo el tiempo relacionado a tareas que requieren capacitación previa, nos arroja los siguientes porcentajes:
Obligatorio: 21%
Importante: 16%
Urgente: 63%



Donde lo importante corresponde al concepto de gestión, lo obligatorio también y lo urgente está compuesto por:
Tiempo de gestión: 19%
Tiempo de investigación: 12.5%
Tiempo de diseño: 9.5%
Tiempo operativo: 19%
Tiempo de seguimiento: 3%


Lo cual a su vez arroja estos porcentajes de acuerdo a tres grandes áreas:
Gestión: 56%
Diseño: 22%
Producción: 22%


 Estos son los ítems destacados referidos a la gestión a realizar en lo importante:


Estos los referidos a lo obligatorio:



Y en lo urgente, como ya vimos, conviven las tres áreas de esta manera:



En definitiva, la imagen siguiente es elocuente respecto de la importancia de todo aquello que englobamos bajo el concepto de gestión en la vida de un estudio de diseño.


  
¿Cómo están conformados los tiempos en la educación del diseño?

 Analizando los planes de estudios de las muchas instituciones que enseñan diseño gráfico o comunicación visual, se podrá apreciar que las áreas utilizadas hasta aquí son coincidentes a los fines de agrupar materias (diseño, producción y gestión).

 
El área de diseño se divide en marcos teóricos (historia del diseño, semiótica, sociología aplicada al diseño) y desarrollos prácticos (talleres).

El área de producción se divide en tecnología (tecnología gráfica, fundamentos tecnológicos) y herramientas (tipografía, dibujo, morfología, fotografía).

El área de gestión está comprendida por materias muy disímiles (economía, ética y legislación, organización de la empresa, técnicas de comercialización)


 
Tomando como eje esa tres áreas, y estudiando los planes de estudios y sus correspondientes cargas horarias en un número significativo de carreras en diversas universidades y terciarios, arroja los siguientes datos:

Gestión: 5,5%
Diseño: 59,5%
Producción: 35%

Concluyendo que pese a que nuestro futuro laboral nos tendrá ocupados un 56% en tareas de gestión, al momento de capacitarnos sólo le dedicaremos un 5,5% de nuestro tiempo.

Sólo basta focalizarnos en un sólo ítem de los muchos que abarca la gestión: la búsqueda del cliente. El no tener las herramientas indicadas nos convierte irremediablemente en estudios reactivos. Dicho en otras palabras, el no saber a donde ir y como hacerlo hará que esperemos que las cosas sucedan, que tengamos que esperar a que el teléfono suene, y eso es equivalente a dejar el destino de nuestro estudio en manos de la casualidad.

Echarle la culpa a los clientes, enfrentar con temor el momento en que presentamos un presupuesto, no saber levantar el teléfono para concertar una entrevista laboral, no sentirnos cómodos al momento de tener que vender nuestro servicio, y muchas otras situaciones que no sabemos enfrentar son consecuencias lógicas de nuestras deficiencias innatas y como ya vimos tampoco adquiridas en todo lo referido al universo de los negocios del diseño.



24.9.13

15 frases celebres sobre Diseño


1.- Von R. Glitschka: El cliente puede llegar a ser el rey, pero no es el director de arte.

2.- David Ogilvy: Las mejores ideas vienen como chistes. Haz tus pensamientos tan divertidos como puedas.

3.- Marissa Mayer: Google tiene la funcionalidad de una navaja suiza muy complicada, pero la página principal es nuestra forma de acercarnos cuando está cerrada. Es simple, elegante, puedes guardarla en tu bolsillo, pero tiene esos grandiosos trucos cuando los necesitas

4.- Oliver Reichenstein: Un filete cocinado durante 15 horas por 30 cocineros, no necesariamente sabe mejor que una hamburguesa.

5.- Paul Brand: El diseño es el embajador silencioso de tu marca.

6.- Milton Glaser: Las computadoras son para diseñar, como los microondas para cocinar.

7.- Albert Einstein: Si no lo puedes explicar con simplicidad, es que no lo entiendes bien.

8.- Alex King: La experiencia nos ha demostrado que nuestros mejores clientes son los que respetan nuestro tiempo, así como nosotros el de ellos.

9.- Frank Lloyd Wright: Puedes usar un borrador en la mesa de trabajo como un martillo en la obra.

10.- Andy Warhol: Ser bueno en los negocios es el tipo de arte más fascinante.

11.- Tanner Christensen: Incluso las empresas más grandes necesitas pequeños logos.

12.- Albert Einstein: Hacer las cosas lo más simple posible pero no más sencillo.

13.- Joe Sparano: El buen diseño es obvio. El gran diseño es transparente.

14.- Douglas Adams: Un error común que la gente hace cuando se trata de diseñar algo completamente infalible, es subestimar la ingenuidad de los tontos.

15.- Ellen Lupton: Piensa más, diseña menos.

18.9.13

Cómo reconocer a un buen cliente

Por Leonora Varo.

Cómo identificar a un cliente bueno, o por lo menos con posibilidades de no ser tan malo..

Al momento de contactarte:
Puedo reconocer a un buen prospecto cuando, al momento del primer contacto, muestra una clara disposición a darme toda la información necesaria para elaborar una propuesta económica a la medida, justa y que responda a sus necesidades reales. Por lo general cuando, en la primera llamada, ya la está haciendo chillona para pedirme descuentos aún sin conocer el costo del proyecto, pues ya puedo saber que se trata de alguien que no tiene (o no quiere gastar) los recursos necesarios para respaldar un trabajo como lo soñó.


En la primera cita:

Te recibe puntual y dedica  el tiempo necesario para dejar en claro los objetivos del proyecto, es realista sobre los tiempos de desarrollo y respeta tu opinión sobre el tema, al final del día tú eres el profesional que tiene los elementos necesarios para resolver sus requerimientos, sabes de lo hablas y eres una persona confiable ¿verdad?


Cuando recibe la cotización:
Te responde que ya la recibió y, si es necesario, resuelve sus dudas al respecto de inmediato. Puede hacer algún comentario sobre el precio y tal vez tratará de obtener un descuento. Mi consejo es que, más que dar un descuento a la primera provocación, ofrezcas un producto más completo a cambio del mismo precio, por ejemplo, puedes entregar algo adicional que no sea muy oneroso, pero que le sirva a tu cliente, por ejemplo, puedes darle una foto extra impresa y enmarcada en tamaño grande, o ayudarlo a echar a andar el blog de su empresa, o entregarle una muestra de aplicaciones de su nuevo logotipo, etc.
¿Se acuerdan que antes en las zapaterías te daban paletitas mientras esperabas?


Cuando inicias el trabajo:
Una de las mejores señales de que un cliente es bueno es que realiza el pago del anticipo de tu trabajo sin excusas, rapidito y de buen modo.
Además le preocupa que recibas a tiempo los materiales necesarios para comenzar el desarrollo. Un buen cliente será aquel que no tienes que andar correteando (o por lo menos no demasiado) para conseguir que te entregue los textos, fotos o lo que sea indispensable para que tú inicies tu labor.


Durante el proceso:
No te sientas mal si un cliente te llama o escribe antes de la fecha acordada para la primera entrega, si lo hace significa que está interesado en el proyecto. Obviamente una llamada de seguimiento es distinta a un cliente ansiosito que te bombardea con correos cada cuatro horas y que comienza a hacer solicitudes diferentes a lo acordado.
 

Si tú hiciste todo lo necesario para definir correctamente el proyecto a la medida de los requerimientos de tu cliente, si indagaste lo suficiente, escuchaste sus necesidades, interpretaste correctamente sus preocupaciones y leiste parte de sus pensamientos, estás listo para una de las partes más gratificantes del freelaceo: el día de la entrega final. La sensación de presentar el proyecto ante los ojos emocionados de un cliente es de lo mejor que hay. Si, además, recibes una felicitación por tu trabajo ¡ya estarás en los cuernos de la Luna!

Los mejores momentos profesionales que he vivido, de verdad, son como una escena de película ochentera donde el comité directivo de una empresa está reunido en una hermosa sala de juntas para ver el resultado del trabajo, las miradas nerviosas se transforman en sonrisas de alivio y comentarios de asombro ante los buenos resultados que, en el mejor de los casos, superaron las espectativas.

El que un cliente quede muy contento con los resultados de tu trabajo es clave para que, al momento de saldar el proyecto, no se haga del rogar ni te traiga a vuelta y vuelta para pagarte. Un buen cliente hace frente a sus compromisos económicos con profesionalismo.



4.9.13

10 principios del diseño gráfico

Por Norverto Chaves.

1. Convencionalidad
El signo debe configurarse conforme alguna combinación de los códigos gráficos culturalmente vigentes. La idea de «nuevos lenguajes gráficos» resulta absurda: si un lenguaje es nuevo, no se entiende.

2. Ocurrencia
La ocurrencia compensa la convencionalidad al darle relevancia al mensaje. Pero el grado de atipicidad necesario no siempre es el máximo posible. Cada caso requiere un grado de ocurrencia diferente.

3. Eficacia
El signo ha de cumplir, como mínimo, todas las funciones para las cuales ha sido creado. Valores, como por ejemplo la estética, no pueden subordinar la eficacia del comunicado gráfico sino, por el contrario, potenciarla.

4. Propiedad
El signo debe inscribirse en el paradigma identitario de su emisor. No basta con la firma: el comunicado mismo debe identificar al emisor. La identidad no consiste en hablar del emisor sino en hablar como él.

5. Respeto
Tal como sucede con el emisor, la gráfica debe ajustarse y respetar los códigos del receptor. Se habla para él, para que él entienda.

6. Pertinencia
El signo debe ajustarse al registro del vínculo comunicacional que se entabla entre emisor y receptor. Solo conociendo ese vínculo, es posible establecer el tono adecuado que cada ocasión amerita.

7. Densidad
Entre lo vacío y lo lleno debe haber una relación de sentido. El signo debe estar saturado, o sea, carente de zona privadas de sentido. Si al eliminar un elemento nada se pierde, es porque ese elemento sobraba.

8. Economía
El despilfarro es comunicacionalmente negativo. El signo no debe contener redundancias superfluas o excesos gráficos.

9. Transparencia
El signo debe carecer de significaciones parasitarias que obren como interferencias a su mensaje específico.

10. Anonimato
El signo debe ser autónomo, libre de referencias a su proceso productivo o su autor. El signo no es la historia de su proceso productivo: pertenece al emisor y su producción debe volverse invisible.