En este asunto solo hay un factor en común entre cliente, diseñador e impresor: IGNORANCIA; y me permito agregar “ABSOLUTA”
El impresor (en la mayoría de los casos el ejecutivo de cuenta) no tiene la mas remota idea. El diseñador.…. tampoco y el cliente, bueno… ni hablar y todos toman el camino fácil de … “mándamelo en CMYK” (hay decenas de CMYK estándar distintos, y si me presionan un poco, hay uno diferente para cada máquina de impresión en cuatricromía que hay en el mundo).
Antes de entrar en las soluciones, debemos aceptar y enfrentar, como los adictos, el problema.
- El diseñador es el autor de la idea, por lo tanto debería de tener gran interés en que el resultado sea como él o ella lo tienen pensado (solo en su cabeza. No importa si es alocada e irreverente o ya peina canas), pero no basta con que ellos crean, sin poder demostrarlo, que el impreso no se ve igual que en su pantalla, o que en la pantalla del cliente.
- El impresor es el encargado de reproducir correctamente el trabajo. Pero para ellos CMYK es CMYK y punto. El que sea que uses.
- El cliente debería preocuparse y ocuparse de que su marca mantenga constancia y consistencia, de que su folleto plasme la esencia de lo que quiere comunicar, y si no me equivoco, todos hablan de calidad. Pero lo cierto es que su especialidad dista mucho de conocer de impresión y no les interesa. Y en un mundo ideal no debería. Esa no es su chamba, pero si es su responsabilidad el obtener el mejor resultado posible. Su paso por la administración de una marca es efímero, pero la marca permanece y si no se establecen las bases de lo que es calidad con todas las métricas existentes, son capaces de generar un gran daño a la marca.
- Ni hablar de los amigos compradores de los grandes corporativos. Rara vez la máxima calidad posible está en su radar. Señores, Sorpresa… la calidad cuesta. No por que alguien diga que es impresor puede imprimir lo que sea y mucho menos, hacerlo lo mejor que hoy es posible. Y no por que alguien diga que es diseñador, puede llevar a buen término su trabajo.
- Y casi me olvido de esa joya que son las agencias de publicidad. Grandes o chiquitas, que hacen enorme alarde de las cuentas que tienen o ganan; con sendos departamentos de diseño y preprensa y presupuestos multimillonarios pero que no distinguen la diferencia de un sistema de impresión y otro. Ahí el proceso de diseño entra, la mayoría de las veces, en un hoyo negro que se llama iguala, y a menor esfuerzo (experiencia / capacidad / conocimiento / costo / tiempo) mayor utilidad.
Si bien es cierto que el principio de impresión sigue más o menos igual desde las épocas de Gutenberg y que la teoría de color, hasta donde sé, sigue igual que cuando Newton la explicó; hay enormes avances tecnológicos en el campo de la Administración de color. Por ejemplo, hay algo que se llama Pantone, y todos los lectores habrán escuchado de él. Pero, ¿saben usarlo realmente?
En el mundo del empaque, que es mi mundo desde hace más de 20 años, he oído de todo. Todos los días tengo algún empaque imprimiendo en algún lado y no pasa el día sin que algún impresor me diga que no se puede lo que yo quiero. Van y marean a mi cliente con que no se pueden hacer mis locuras. O bien mis clientes se “tragan completitos” los cuentos de los impresores.
Desgraciadamente no soy requerido para todas las corridas de impresión (por que cuesta!) y aunque siempre acompaño mis entregas de una prueba de color certificada, no siempre la usan como referencia para hacer los ajustes pertinentes.
Pero, tomando prestada la frase del famoso Chapulín Colorado, “no contaban con mi astucia” Si sabes tu chamba, sí se puede lograr la calidad esperada y no solo eso, se puede medir y demostrar que algo está bien o mal impreso de una manera objetiva y matemática. Es cuestión de dominar la administración de color y contar con la tecnología para llegar a esa “utopía” de la constancia y la consistencia en el color.
La cadena es muy sencilla. El diseñador diseña. No imprime. El impresor imprime. No diseña (o no debería) El cliente dirige y paga. Punto.
Pero si el diseñador entrega un archivo digital sin una prueba de color física de que su trabajo es reproducible (y lo certifica) su trabajo es por mucho, incompleto. Si el impresor imprime un trabajo que viene de cualquier tipo de fuente, sin una prueba de color Certificada, para el proceso de impresión correcto, pues es muy poco profesional por decirle lo menos. Si el cliente acepta que el diseñador entregue sin la prueba de color, mal. Si acepta que el impresor inicie sin que le presente una expectativa real y certificada de cómo va a quedar el trabajo… Mal también. Y si les paga, pues como te explico que la responsabilidad es única y exclusivamente suya.
Pero insisto, en un mundo ideal, él no debería de saber nada de diseño, pruebas ni impresión y para evitarse esos problemas está contratando “profesionales” “especialistas” (salvo que se trate de una agencia de publicidad, ahí, pues ni como ayudarle. Se quiso ahorrar una lanita con la iguala, no?) Pero lo cierto es que no contrata a los que son realmente profesionales por que …. son mas caros.
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