Como diseñadores gráficos es necesario desarrollar varias habilidades y destrezas que son necesarias para el día a día.
Entre ellas están:
La capacidad de combinar distintos elementos y lograr que haya armonía en la composición.
Ser capaces de interpretar ideas y lograr desarrollarlas.
Comunicar mensajes directos y específicos y, algunas veces, subliminales.
Saber descifrar lo que nos transmiten nuestros clientes al momento de ordenar un trabajo.
Abarcar el público al que esta dirigida la promoción (ya sea con el uso de colores, imágenes, texto, entre otros).
Todo lo anterior complementa la creatividad que posee el diseñador.
Todo “buen diseñador” debe saber manejar todo lo anterior, pero… ¿qué sucede cuando no depende de nosotros el crear? ¿qué sucede cuando “dependemos” de otra persona que nos diga donde y porqué cada cosa va en cierto lugar?
A esta situación se enfrentan muchos diseñadores, a algunos les resulta díficil adaptarse a la misma ya que, al poseer la capacidad de realizar el trabajo creativo, sienten que están bajo una dependencia innecesaria.
Además, de que no poseen la libertad de aplicar y desarrollar sus habilidades de la manera a la que están acostumbrados.
¿Qué hacer en estos casos? Es díficil dictaminar un proceder en estas situaciones; esto se debe a que cada empresa o cliente tienen necesidades diferentes y diversas maneras de ver las cosas.
Existen quienes están definidos en lo que desean y los que, simplemente, no saben realmente lo que quieren.
El hecho de depender de un creativo que sólo utilice a un diseñador para “manipular imágenes” de cierta forma frena el desarrollo de las habilidades y de la propia creatividad de quien es, en este caso, el “manipulador” y no el diseñador (decimos “de cierta forma” por el hecho de que también existe aprendizaje en el proceso).
Si como diseñador ahora dependes de un “creativo” para realizar tu trabajo no te desanimes. Sacale provecho a la situación.
Si bien ahora debes regirte por todo lo que te digan tal como al realizar una caligrafía, también tenes la oportunidad de extraer los puntos buenos de la persona de la cual dependes. Además, siempre hay momentos en los que se puede crear propias promociones de manera individual (crea tu website, busca clientes online, promociona tus servicios, “freelancea” hasta más no poder).
Lo importante siempre será que conozcas quién sos realmente como diseñador, que manejes las herramientas necesarias de la manera correcta y con la mayor destreza posible.
Sin importar en que situación estes esfuérzate por siempre llenar los requisitos para decir: “¡yo soy un diseñador!”.
Entre ellas están:
La capacidad de combinar distintos elementos y lograr que haya armonía en la composición.
Ser capaces de interpretar ideas y lograr desarrollarlas.
Comunicar mensajes directos y específicos y, algunas veces, subliminales.
Saber descifrar lo que nos transmiten nuestros clientes al momento de ordenar un trabajo.
Abarcar el público al que esta dirigida la promoción (ya sea con el uso de colores, imágenes, texto, entre otros).
Todo lo anterior complementa la creatividad que posee el diseñador.
Todo “buen diseñador” debe saber manejar todo lo anterior, pero… ¿qué sucede cuando no depende de nosotros el crear? ¿qué sucede cuando “dependemos” de otra persona que nos diga donde y porqué cada cosa va en cierto lugar?
A esta situación se enfrentan muchos diseñadores, a algunos les resulta díficil adaptarse a la misma ya que, al poseer la capacidad de realizar el trabajo creativo, sienten que están bajo una dependencia innecesaria.
Además, de que no poseen la libertad de aplicar y desarrollar sus habilidades de la manera a la que están acostumbrados.
¿Qué hacer en estos casos? Es díficil dictaminar un proceder en estas situaciones; esto se debe a que cada empresa o cliente tienen necesidades diferentes y diversas maneras de ver las cosas.
Existen quienes están definidos en lo que desean y los que, simplemente, no saben realmente lo que quieren.
El hecho de depender de un creativo que sólo utilice a un diseñador para “manipular imágenes” de cierta forma frena el desarrollo de las habilidades y de la propia creatividad de quien es, en este caso, el “manipulador” y no el diseñador (decimos “de cierta forma” por el hecho de que también existe aprendizaje en el proceso).
Si como diseñador ahora dependes de un “creativo” para realizar tu trabajo no te desanimes. Sacale provecho a la situación.
Si bien ahora debes regirte por todo lo que te digan tal como al realizar una caligrafía, también tenes la oportunidad de extraer los puntos buenos de la persona de la cual dependes. Además, siempre hay momentos en los que se puede crear propias promociones de manera individual (crea tu website, busca clientes online, promociona tus servicios, “freelancea” hasta más no poder).
Lo importante siempre será que conozcas quién sos realmente como diseñador, que manejes las herramientas necesarias de la manera correcta y con la mayor destreza posible.
Sin importar en que situación estes esfuérzate por siempre llenar los requisitos para decir: “¡yo soy un diseñador!”.
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