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13.2.08

La primer impresión es la que vale

Por Federico Elgarte

Encontrar el diseño acertado: los caracteres tipográficos, los colores, su forma, su puesta en uso todo apunta a determinar una personalidad gráfica, la imagen visual es muy valiosa y hace a la importancia de la empresa.

En diseño gráfico, al crear un logotipo para determinado producto y/o servicio, sabemos de antemano, que quien nos pide dicho trabajo no pretende solamente que el mismo sea reconocido a través de la imagen o el tipo de letra que lo represente, sino también, que refleje calidad y confiabilidad; así, el receptor, elegirá nuestro producto y/o servicio de otros similares.

Hoy por hoy, formamos parte de una sociedad cada vez más exigente y competitiva.
Con el surgimiento de Internet y su rápida expansión e inclusión en todos los aspectos del quehacer cotidiano (leer el diario, hacer amigos por chat, hacer las compras en el supermercado, etc), el aspecto visual de las empresas que ofrecen estos servicios es muy importante y nos permite elegir rápidamente cuando se nos crea la duda ante opciones diferentes de una misma cosa.
Contar con una imagen importante, es la única forma de sobrevivir en este entorno saturado de ofertas.

En otros artículos de esta web, hacemos hincapié en que un sitio se destaca del resto por la calidad de información que maneja; pero también creemos que una sociedad sin imagen es como un papel en blanco, no dice nada.

Pero…¿Cómo se diseña un logotipo?

No podemos enseñarle a crear, ya que este acto es muy personal. Cada uno decide que aspecto tendrá su logo y cuáles serán los elementos de diseño que le darán forma y color.

Las variables en juego son tantas y de tan variada evaluación, que utilizar un mismo sistema de abordaje, limitaría la actitud creativa.
Como apuntamos anteriormente, el diseñador debe amoldarse (en cierto modo) a los gustos de su cliente; sin dejar de fantasear para llegar a concretar su idea.
Es muy valiosa la ideación por sobre cualquier otra característica, especialmente en estos días y más aún en esta sociedad globalizada en la que vivimos, donde las modas tienden a unificar conceptos. Previo al acto de darle forma al logotipo, el diseñador debe analizar cierta información sobre el producto, el servicio o la empresa, como así también del emisor, -persona para quien realizará el trabajo-.

Para conocer bien a su cliente, el diseñador tendrá que averiguar:

  • ¿Cómo se ve así mismo el emisor-cliente?
  • ¿Cómo cree que se percibe su empresa – servicio – producto?
  • ¿Cómo supone que la gente lo ve?
  • ¿Cómo presume que quisiera ser visto?

Una vez que tenemos respuestas a estas cuestiones (y otras tantas que usted considere necesarias saber), el diseñador deberá hacerse algunos planteos, tales como:

  • ¿Cómo debo encarar objetivamente el problema?
  • ¿Cuánto de mi desinformación, prejuicio e inclinación debo dejar de lado?
  • ¿Cómo evito que mi estilo (o el de moda) interfieran en la correcta configuración final?

Se ponen en juego varios factores (presentación, eficiencia, promoción, etc.), para que el producto se inserte en el subconsciente del receptor, y es él, por último, quien determina la eficacia – éxito o la ineficacia – fracaso de una marca.


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