por Naz Hamid
Estás reunido en torno a una mesa de trabajo con tus colegas diseñadores, el director de arte y un director creativo. La pantalla de proyección muestra diseños que vas a analizar críticamente en grupo. Esta es la primera vez que tomás la forma crítica de pensar y presentar el mejor diseño posible ya desde el principio. Esencialmente, queres que tu diseño esté listo para una presentación real al cliente.
Así que ¿cómo puedes hacer llegar el diseño hasta ese 100%? Necesitas perfeccionarlo y liberar al cliente de cualquier duda acerca de que el diseño esté inacabado. Es muy frecuente que los diseñadores se sientan apurados: tienes una fecha de entrega, notas la presión del proyecto. Pero si realmente te preocupas por tu trabajo y tus ideas, asignarás algo de tiempo adicional, quizás trabajando hasta algo más tarde, como todos hacemos alguna vez, y añadiendo los toques que sabes que harán brillar el resultado final. Conoces esa sensación que tienes cuando piensas “Oh, sabía que debería haber intentado eso”? Házlo la primera vez que te venga a la cabeza. No dejes que alguien saque una idea en la que tú pensaste primero durante la revisión del diseño.
Los trucos y técnicas fortalecen los recursos de cualquier diseñador, pero debo insistir que el pensar críticamente sobre el diseño es tan importante como las herramientas y habilidad necesarios para producirlo.
Aquí está una lista de revisión para guiarte e inspirarte para que hagas que el diseño esté bien hecho. No dejes ningún aspecto sin tratar y no permitas que haya dudas acerca del diseño que presentas. Haz que luzca.
Experimenta
No es raro que prepare hasta cuatro propuestas incluso para la primera vuelta de presentación interna de diseños. Utilizo estas propuestas para esquematizar los diseños. Una navegación o el tratamiento de un logo que no acaba de funcionar en una propuesta puede hacerlo en otra. Esto te puede llevar a lo que llamo “El error hermoso”: colocar elementos en un entorno distinto que crea nuevas posibilidades. En lugar de sentir que tienes el bloqueo del diseñador, pasa las ideas que ya tienes en las propuestas y mira a dónde te llevan.
Empezar es la mitad de la lucha
Del mismo modo, no temas empezar de nuevo. Si algo no funciona, déjalo y abandónalo. Si crees que la navegación te llevó demasiado trabajo, recuerda cómo lo hiciste, y empieza a partir de ese punto en el siguiente diseño. El objetivo es refinar, una y otra vez.
Opciones
Hay muchas opciones que se pueden hacer cuando estás diseñando: desde la tipografía a los colores, el tono global del sitio. A veces me gusta incluir un montón de cosas en un diseño para ver qué funciona y qué no, y con frecuencia empiezo con algo minimalista. Esfuérzate en tomar decisiones simples e inteligentes. Si hay una forma más sencilla de diseñar algo, házlo. La alternativa más complicada le parecerá demasiado compleja al cliente y a la audiencia prevista a menos que seas capaz de hacer que una interacción compleja parezca sencilla.
Mantén la constancia
Una vez que elijas una opción, manténla. Si decides envolver los items de la barra lateral con 10 pixels, pero utilizas 15 pixels en las áreas de texto más grandes, asegúrate de que las propuestas reflejan esas decisiones. Toma notas mientras diseñas: te servirán como base para tu guía de estilo. La consistencia muestra tu sofisticación e indica que entendiste bien las exigencias del diseño y tomaste decisiones fundadas. La consistencia debe ser evidente.
Integridad
Acaba bien el diseño. No pases por alto un pie de página o un detalle. No digas “esto es para rellnar más tarde, no tuve tiempo.” Saca el tiempo necesario. No des un motivo a los demás para torpedear el diseño o que permita a alguien fijarse en un pequeño detalle, oscureciendo el resto del trabajo. Son estos pequeños detalles los que merecen tu atención. Los directores creativos, los directores de arte, y en especial, los clientes, se fijan en especial en detalles así, de manera que es mejor que te asegures de que esos detalles están ahí.
Dentro, afuera, adelante, atrás: equilibrio
A lo largo de un trabajo de diseño, es mejor alejarse ocasionalmente del diseño —aunque sea sólo durante el almuerzo o para una pausa de 15 minutos para tomar un café. Fíjate en algo distinto. Vuelve y contempla tu diseño de nuevo. Piensa en tus primeras impresiones. Tu propia reacción visceral probablemente será similar a las impresiones iniciales de aquellos que lo vean por primera vez. Toma nota y revisa o cambia tu diseño a partir de esas impresiones. Sin importar lo impactante o interesante que pueda ser un elemento en particular, si no tiene una función específica en tu diseño, libérate de él o prueba algo nuevo. Siempre vuelve sobre tus pasos y reevalúa.
Sé tu propio crítico
Si estás acostumbrado al equipo con el que trabajas normalmente, el cliente o las necesidades de éste, contempla tu diseño a medida que te acercas a su culminación y piensa sobre qué partes pueden suscitar dudas o cuestiones. Ten una respuesta sólida para las decisiones que tomes.
Complejidad en la simplicidad: menos es más
Cuando hablamos de que “menos es más”, podemos indicar diferentes cosas. Por ejemplo, a veces el diseño necesita eliminación de partes sobrantes. Tiene demasiados elementos. O un diseño se asfixia con un exceso de colores. Cuando hagas un trabajo detallista, “menos es más” consiste en dejar sólamente todo aquello que es necesario y hacer que funcione en conjunto, armónicamente. Deja que la complejidad esté en la simplicidad —un diseño no es útil si se percibe como algo complejo. Un diseño debe ser útil, simple y directo —deja que la complejidad se entrevea a través de la simplicidad.
La obsesión es saludable
Si no estoy seguro acerca de un esquema de navegación o un elemento de flash que muestra unas fotos, me siento y trabajo en el boceto hasta que encuentro algo que encaja. El diseño es un rompecabezas que creas para tí mismo: tienes todas las piezas, y debes decidir cómo hacerlas encajar. La perfección no es algo que debas perseguir, pero sí llegar a algo próximo a la perfección, dejando sitio a la exploración, el diálogo y el aprendizaje.
A menudo me pongo a pensar en los sobre diseños en los que estoy trabajando en momentos inusuales del día: en la ducha, preparando la cena, o paseando hasta la tienda de la esquina. Es en estos pequeños y tranquilos momentos cuando suelo avanzar y resolver problemas. En estos momentos se definen los detalles correctos. Ciertamente, no es un tiempo que puedas facturar al cliente, pero es un buen ejercicio: pensar sobre un diseño antes de abordarlo. No hago demasiados esbozos a lápiz sobre papel; me gusta dejar que un diseño se filtre y crezca en mi mente antes de pasar a trabajar en la pantalla del ordenador. Imagino el aspecto, la sensación y los detalles. Cuido en especial los detalles.
El trabajo de los detalles no es fácil, pero te asegura que fomentas un ojo crítico que te ayuda a ti mismo y a tus colegas diseñadores. Cuida los detalles y tus diseños funcionarán.
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